Esta mañana de domingo de primavera, soleada, he ido a una de las parroquias del centro de Cádiz, San Lorenzo, pues en ella llevan casi una semana encerrados veinte hombres desesperados por no encontrar trabajo. Detrás de cada uno de ellos, hay una familia, unos problemas muy particulares. Estuve charlando con algunos de ellos, lo están pasando mal y su lucha es desesperada.
Es difícil hablar con ellos, su situación es tan difícil y uno sólo puede acompañarlos y poco más, son un grupo de valientes, pues la mayoría de los parados unos quince mil síolo en Cádiz ciudad, se mantienen en la indiferencia, en la resignación, y en aquellos momentos muchos estarían en la playa.
La solidaridad de la comunidad parroquial, de mi amigo Jesús García Cornejo, el párroco, es lo más positivo de algo tan duro.
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